Existe un fenómeno de lo más sorprendente dentro del mundo paranormal, que son aquellas estatuas inanimadas de mármol, yeso o madera representando una vírgen o un cristo, que misteriosamente comienzan a "llorar" lágrimas de agua y sangre. Las diversas explicaciones que se han barajado son: la intervención divina, el fenómeno paranormal (fenómenos poltergeist producidos por la sugestión de una persona, propiciando la materialización de la sangre), y el fraude. Estos fenómenos suelen involucrar objetos de culto, de modo que no resulta extraño que se les interprete sistemáticamente desde el punto de vista religioso. El milagro, lo que se entiende como las intervenciones directas de Dios alterando las leyes de la naturaleza a favor del hombre, no son dogma de fe para la Iglesia. Los cristianos no están obligados a creer en ellos, pues no han sido ni aprobados ni reprobados por la Sede Apostólica, la cual permite que se crea en ellos con la mera fe humana. Por lo tanto, la Iglesia aún sin aceptar que tales evidencias (o las apariciones marianas) sean "milagros", autoriza la devoción si ella favorece la fe de los creyentes, mientras la Conferencia Episcopal, reacia a la fácil credulidad, nombra una comisión con científicos y teólogos (aunque todos curas), que tratan de buscar explicaciones racionales al fenómeno.
Y mientras que muchas de las imágenes que sudan o lloran sangre continúan siendo un auténtico misterio, en algunas ocasiones se puede probar que todo es un fraude. O bien natural, como una condensación de vapor de agua, o humano: canalillos en el interior de la estatua, líquidos que se licuan ante cambios de temperatura...
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